La organización de Lollapalooza Colombia acaba de anunciar la cancelación del festival que se iba a realizar el próximo 17 y 18 de septiembre en el Parque Simón Bolívar. La razón oficial, según el comunicado, era "luego de la cancelación de su artista principal horas antes del anuncio del cartel y enfrentando importantes dificultades para encontrar un reemplazo adecuado, los organizadores del Festival se han visto forzados a cancelar la edición inaugural de Lollapalooza Colombia". Lo que no dice el comunicado es que ese "artista principal" iba a ser. como muchos lo sospechaban, Rihanna. ¿Qué lecciones se pueden extraer luego de esta noticia?
25 años atrás Perry Farrell, quien formaba parte de la agrupación Jane´s Addiction, ideó una plataforma para mostrar aquellos sonidos alternativos que estaban en el espectro musical estadounidense y que llevaban años presentándose en pequeños bares, teatros o escenarios. Surgió así Lollapalooza como plataforma de presentación. Fueron los años de combinar rock, electrónica, hip hop con espectáculos circenses. Este fue el principio de trabajo de su primera época (1991 a 1997). Allí se presentaron artistas como Siouxsie and the Banshees, Ministry, Nine Inch Nails, Red Hot Chili Peppers, Lush, Primus, Rage Against the Machine, Sonic Youth, Nick Cave and the Bad Seeds y una larga lista más.
Luego se comenzaron a ver ediciones en Chile, Brasil y Argentina. Y así le llegó el turno a Lollapalooza Colombia que se anunció como parte de un envidiable calendario musical para una ciudad que diez, quince, veinte o treinta años antes no tenía las visitas artísticas que fueron una constante en ciudades como Buenos Aires, México DF, Sao Paolo y hasta en algún momento, Caracas.
Lo que sería así una cita musical sin par, termina siendo en ese momento una tensa necesidad de reflexionar hacia dónde va eso que algunos llaman “industria musical”, otros denominan “circuito de festivales” o también “escena artística”. No se puede negar todo lo que mueve un festival en aspectos como producción, transportes locales e internacionales, montaje de escenarios, alimentación, prensa, visas de trabajo, publicidad, mercadeo, patrocinios, seguros, pólizas, alquileres de sonido, internet y más. Todo un conjunto de elementos que unidos pueden generar gratas experiencias individuales y colectivas. Un tejido fino, una telaraña que así como se construye con paciencia, bien puede ser destruida en un abrir y cerrar de ojos.
¿Pero qué pasa cuando los que se supone van a ver y a gozar, no responden, no se animan, no quieren ir a algo como Lollapalooza?
Perdemos todos.
Es un asunto que nos hace pensar que hay que hacer ajustes y que hay que mirar bien hacia dónde vamos, porque o esto sale….o se hunde.
1. ¿Bogotá no aguanta tanto evento?
En aquellas épocas de la bonanza artística de los noventa, la agrupación argentina The Sacados lanzó una canción llamada Paren de venir. En ella mostraban su entusiasmo por todas los artistas que visitaban la ciudad, pero que era imposible ver por tiempo y recursos. Y para una ciudad de ocho millones como la nuestra, este tipo de eventos se convierten en una vitrina musical que puede combinar lo masivo con lo nuevo, pero en la cual no hay cama pa´tanta gente. ¿Pero estamos en la posibilidad de responder a todo tipo de convocatorias? Quien aprecie este tipo de música, tiene diversas opciones a lo largo del año en estos festivales o presentaciones en locales y teatros intermedios. Pero para acceder a ellas, hay que estar seguro de poder contar con dinero suficiente que permita comprar la boleta, acceder a un transporte, alimentación o si se ve con alguien, poder invitarla a una bebida o tener un detalle de cortesía. Y por ahora, no conozco quien se haya ganado el baloto o tenga una herencia que le permita usar sus ingresos para vivir por y para los festivales o eventos. Aunque muchos quisieran, hay que pagar créditos, hipotecas, cuotas de administración, gastos de manutención y más. Y el dinero no se estira como caucho o se multiplica como el milagro de los peces y el vino.
2. ¿Somos muy ansiosos?
Pensar un festival como un reflejo de nuestras expectativas y la necesidad de los empresarios de ofrecer algo que sea seguro, pero también novedoso es un asunto complicado. Cuando aparecieron las "???" en el cartel se especuló tanto para decir que iba a ser Radiohead, Rihanna o la Resurrección de algún famoso. Poco a poco las expectativas se fueron bajando y lo que podría ser la respuesta se convirtió en una incógnita amplia que no obtuvo una respuesta certera para el público. Cuando se empezaron a conocer los nombres de la nómina artística, las críticas fueron ácidas, exigiendo respuestas certeras de una organización privada. Ser trending topic en estos tiempos o ponerle asistir a un evento o dar un like en facebook, es más una muestra de cariño que un fenómeno de compromiso. ¿Estamos perdiendo la capacidad de conocer o sorprendernos por querer algo fijo?
3. Es colombiano, pero no me importa
Estando en un país que se precia de tener una diversidad musical única y estando en una ciudad que se precia de ser capital creativa de la música y en la que existen programas de fortalecimiento y emprendimiento para ella, ¿nos sentimos en la capacidad de obviar a quienes crean nuestra banda sonora simplemente porque ya se han visto demás, se han visto gratis o no son lo que se esperaba? El artista nacional que está en la capacidad de ofrecer su repertorio bien sea aquí o en festivales de fuera, tiene tanto de esfuerzo como de constancia. Quienes hablan de roscas, bien pueden comprar roscones con arequipe o bocadillo en una panadería cercana.
4. ¿Bogotá, Bogotá qué has hecho con la música?
Tenemos un legendario festival gratuito que justo este fin de semana completa 22 ediciones. Un orgullo local y un modelo de eternos amores y odios. Si esto hace parte de una política pública y por medio de la cual se han tenido más de 800 presentaciones desde 1995, ¿qué hay que hacer para que las iniciativas privadas puedan tener tanto impacto, recordación o requerimiento? ¿Son quienes compran las boletas o abonos los que asumen todos los costos en los que los empresarios deben incurrir para ofrecer un evento? ¿Quiere la ciudad estimular, promover escenarios diversos o amplios en materia musical para una masa crítica que difícilmente pasará de 120 mil personas a lo sumo? A Bogotá han venido personas de Lima, Caracas, Quito, La Paz, Ciudad de Panamá y otros lugares para justamente asistir a estos festivales. ¿Querrán volver a la ciudad o aprovecharán esta oportunidad para hacer algo propio en sus lugares y seremos los colombianos unos nuevos turistas muslcales del continente? ¿Habría que revisar normas, iniciativas o reglamentaciones para los eventos, no para hacerlas más flexibles, pero sí para que sean más dinámicas y para que puedan acoplarse a las iniciativas públicas y privadas?
5. Hay de dónde escoger
Nada en el mundo artístico se hace si no es viendo, disfrutando, informándose y compartiendo. Hay demasiadas opciones para buscar información y generar nuestro criterio y opinión. Pero a veces, nos quedamos con lo que otros dicen y argumentan, sin dar a conocer nuestra opinión.
De ese modo, la música, puede tener tanto de información, como pasión y negocio. Es cierto, no podemos quitarle ese componente que a veces el romanticismo nos hace opacar. Y tanto medios pequeños como grandes, pueden ayudar a formar, pero no a condicionar o imponer gustos.
De este modo, la estructura clásica narrativa de introducción, nudo y desenlace podrá estar presente y renovarse. Y es mejor uno poder contar el cuento de haber visto o vivido algo a que otros se lo cuenten.
Por eso, esperamos que esto sea algo que nos invite a reflexionar qué tenemos, qué podemos hacer y qué queremos tener con la música que nos gusta o que nos llama la atención y la ciudad, el tiempo y el momento en el que nos tocó vivir.
Comentarios
Publicar un comentario