Dipeza y Valbuena Asociados planea explotar 76.800 toneladas de carbón al año. Los habitantes del municipio boyacense temen un fuerte impacto ambiental.
El 10 de noviembre se reunieron los habitantes de Turmequé y Villapinzón para
exponer sus inconformidades frente al proyecto minero.
Turmequé no recibe al viajante a la manera de
cualquier pueblo. Bienvenidos a Turmequé. Disfrute su estadía. Que su paso por
aquí sea grato. Nada de eso. En cambio, Turmequé tiene pintada, en la primera
casa del pueblo, una variación de una obra de René Magritte: Ceci n’est pas une
pipe. Pero en vez de una pipa en detalle, hay un tejo. Y en letra cursiva —la
misma de la obra del francés— dice “Ceci n’est pas une tejo”: “Esto no es un
tejo”.
Esto no es, tampoco, un pueblo minero. Turmequé es
una villa de hombres y mujeres de mejillas peladas, sombreros de toda suerte y
camisas apuntadas a cuello cerrado, agitando el dedo índice y vociferando:
“Turmequé no es —no es— un pueblo minero”.
Es la audiencia pública citada por la corporación
regional Corpochivor para socializar la propuesta de explotación minera de la
empresa Dipeza y Valbuena Asociados. Hay cerca de 200 personas elevando las
gargantas de tanto en tanto, farfullando. Vienen de las veredas y pueblos
próximos. Están, en general, molestos. Dicen que nadie los consultó, que todo se
hizo a escondidas. Que abrir a pico y pala la tierra dañaría las aguas que bajan
del páramo de Guacheneque, madre del río Bogotá.
En 2007, Ingeominas concedió un título minero a
Mayeni Lisbeth Valbuena Ávila y José Vicente Pinzón Ariza en la zona entre
Turmequé y Villapinzón (Cundinamarca). Poco después, Valbuena se asoció con
Dipeza, una empresa dirigida por Enrique Zapata Parga. Para iniciar los trabajos
de explotación, Dipeza debía hacer primero un estudio de impacto ambiental —bajo
un proceso de exploración que puede durar hasta seis años— que luego sería
revisado por Corpochivor.
Ahora está en manos de esta entidad decidir si
Dipeza puede o no extraer, bajo tierra y durante 28 años, 6.400 toneladas de
carbón mensuales de las entrañas de Turmequé.
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A la izquierda, silenciosos, estaban los
representantes de la empresa minera. Cuando pasaron a presentar el proyecto, los
habitantes los abuchearon, gritaron, silenciaron. El cura párroco pedía silencio
y mesura.
Cuando todo se hubo calmado, Fernando Corredor,
ingeniero de minas asociado a Dipeza, dibujó en trazos generales los objetivos
del proyecto. Dijo, entre otras cosas, que el polígono de trabajo incluye seis
veredas —Páscata, Joyagua, Chiquirita, Teguaneque, Bosquita y Jurpa— de tres
municipios: Turmequé, Villapinzón y Ventaquemada. Dijo, entre otras cosas, que
encontraron siete mantos de carbón y que piensan explotar cuatro, a través de
exploración subterránea. Dijo, por último, que el páramo de Guacheneque estaba
lejos de los socavones, lejos de las máquinas, y que no sería intervenido.
Este no es el primer título minero que Ingeominas
otorga en Turmequé. Hay siete títulos mineros vigentes y 11 solicitudes de
explotación en la actualidad. Este año en Turmequé se han extraído 138,58
toneladas, una cifra muy baja en comparación con la explotación de Ventaquemada,
que supera las 25.000 toneladas. Uno de los mayores problemas es la minería
ilegal, que no presta garantías al medio ambiente.
Dipeza y Asociados Valbuena, en su estudio de
impacto ambiental, aseguró que tendría todos los cuidados necesarios y que su
proyecto minero era “sostenible”. Sin embargo, Ricardo Villamarín, personero de
Turmequé, afirma que el estudio “está soportado en falsedades y fue calcado de
otra concesión. Las bocas de mina van a las reservas hídricas”. Enrique Zapata
Parga, director de Dipeza, señala que las acusaciones de varios políticos del
pueblo carecen de argumentos. “Pedimos ayuda a expertos. La explotación no haría
daño a los ríos ni a los cultivos —dice Zapata, de nacionalidad mexicana,
radicado hace algunos años en Colombia—. Las bocaminas están a 170 metros del
cauce del río”.
La zona en donde Dipeza y Asociados Valbuena
explotaría el carbón es atravesada por los ríos Albarracín, Muincha, Nerita y
más de 400 fuentes de agua. Lilian Posada, docente de la Facultad de Minas de la
Universidad Nacional en Medellín y ajena al estudio de Dipeza, dice que al sacar
un volumen tan grande de carbón los depósitos de agua podrían —podrían— resultar
afectados.
En los próximos días, Corpochivor, en cabeza de Luis
Ernesto Saboya, tendrá que permitir o negar el permiso de explotación. “Estamos
realizando sondeos eléctricos en las aguas subterráneas —afirma Saboya—.
Posiblemente no calcularon el daño total de la explotación. Si encontramos que
sí afecta, la historia será de otra manera”.
Los habitantes, mientras tanto, están en desacuerdo.
“No queremos trabajo en las minas —dice uno de los habitantes—. Con lo que
tenemos somos autosostenibles”. Parece ser así de sencillo: los turmequenses,
así, están bien.
fuente : Juan David Torres Duarte / Turmequé, Boyacá | Elespectador.com